Capitulo 8

Capítulo 8

Solo las voces controlan su mente, tan débil y frágil como un cristal. Todo está acabado para ella según la gente que la contempla entre esos muros blancos acolchonados.

Pero la realidad que lo única que la puede detener en su misión es su gran sentimiento de culpa. Aquel sentimiento que la domina, la controla, la vuelve cada vez más loca. Solo aquellas voces que se nutren con su razón se convierten en su peor verdugo, solo ellas reflejan su sentimiento de culpa en la realidad, son su conciencia, son su forma de perder su último vestigio de ser humano.

Nadie puede escuchar su culpa, aquellas voces que le susurran al oído y lo único que le dicen es "Es tu culpa", "Ni siquiera mereces la muerte para estar en paz consigo misma", "no puedes escaparte a tu realidad", "deja de moverte entre tus hilos, solo eres una marioneta nuestra", "no te permitiremos volver, ya es tarde".

Ella derrama lágrimas de sangre pero su cuerpo solo es el de una marioneta, solo esta dominada por sus sentimientos. Cada vez que se contempla en un charco de su propias lágrimas lo único que ve son los hilos de sus muñecas, como cada vez diferentes líneas se empiezan a hacer en su cuerpo, en su rostro.

Ella espera que algo algún día corte aquellos hilos hechos por la culpa, que sus lágrimas dejen de reflejarla y que su piel la lleve hasta donde está su amor que yace debajo de una piedra con finas inscripciones.